La cultura de la sidra, que ahora va camino de convertirse en Patrimonio Inmaterial de la Humanidad declarado por la Unesco, ha salpicado desde hace siglos la vida de la sociedad asturiana. Basta salir a la calle para comprobar en las sidrerías de cualquier ciudad o villa, o en las fiestas de prau, hasta qué punto esta bebida de manzana aligera la vida social de Asturias. Así ha sido desde hace cientos de años. Bien lo saben en el Muséu del Pueblu d’Asturies, donde se atesora también la memoria sidrera de la región, que ha quedado consolidada en decenas de miles de fotografías, objetos y herramientas de todo tipo usadas en el proceso de fabricación y consumo de la sidra, en etiquetas, carteles publicitarios y documentos empresariales que dan cuenta de hasta qué punto la sidra corre por las venas de los asturianos, residente en el solar natal y los de la emigración, lo mismo que su propia sangre.
A continuación se ofrece solo una pequeña muestra de los miles de piezas que se guardan en el museo etnográfico ubicado en Gijón, que forman parte de exposiciones temporales y que siempre están a disposición de los investigadores. El Museo, además, cuenta con la exacta reproducción de un llagar que había en Argüero (Villaviciosa) y donde se pueden apreciar dos monumentales ejemplos de las prensas, además de toneles, máquinas mayadoras, jarras de madera y cerámica, embotelladoras, corchadoras, botellas, corchos, cajas y embudos...
El genio astur está dentro de una botella verde
El Muséu cuenta con 374 objetos catalogados dentro de la categoría de sidra. He aquí una pequeña muestra. Como el vaso de sidra del alfar de Somió, del tipo que se usaba tradicionalmente para beber la sidra antes de la llegada del modelo actual en vidrio; xarra de sidra de cerámica de El Rayu; catálogo de tarifas de botellas oscuras, blancas y de otros colores de la fábrica de Cifuentes y Pola, La Industria de Gijón; vaso de sidra de los años 1960; xarra puchera de sidra. O la botella de sidra de la fábrica de vidrios La Industria de Gijón.
Arte para vender el jugo fermentado que es esencia regional
La industria de la sidra espumosa, la sidra champán, que encontró un gran mercado entre la emigración asturiana en América, supuso también el desarrollo de campañas promocionales de las distintas marcas en liza, con la creación de carteles que son auténticas obras de arte. El Muséu del Pueblu d’Asturies cuenta con una espectacular colección compuesta por un centenar de carteles. Algunos se pueden contemplar en la exposición actual donde se muestra la evolución de la sociedad asturiana a través de todos los objetos relacionados con la cocina.
La sidra y sus etiquetas
La sidra, desde que se puso de etiqueta, pero también antes
Las etiquetas de la sidra, tanto natural como champanizada, son otra de las colecciones más potentes del Muséu en lo que atañe al mundo de la sidra. El museo etnográfico gijonés dispone en su fondo de 1.500 etiquetas, tanto de sidra natural y como champanada. De todas ellas, 825 son etiquetas de sidra natural actuales, desde que en el año 2001 se obligó a etiquetar este producto. Todas ellas han sido donadas por los gijoneses Fernando Ruiz y Ángeles Berán. El resto son etiquetas de los años 30 y 40 del pasado siglo XX.
La sidra, en cartelería artística
Papelería para un producto famoso en el mundo entero
La sidra, especialmente la champanada, produjo mucho papel: promociones de todo tipo, impresos comerciales, revistas de los colectivos asturianos en ultramar, correspondencia de los agentes que los productores asturianos tenían en América... El Muséu posee un nutrido archivo con documentación sobre esta potente industria exportadora.
La sidra y los asturianos, en todas las ocasiones
El Muséu del Pueblu d’Asturies tiene en sus fondos más de 2 millones de imágenes de la región y sus gentes. Y raro es que en las distintas colecciones que posee no aparezcan imágenes referentes a la sidra, su producción y consumo. Aquí tenemos tres muestras. De arriba abajo: un grupo de vecinos mayando en Carrandi, obra de Joaquín García Cuesta de 1925; una imagen de Valentín Vega tomada en una romería en Langreo en 1948, y una mujer vestida de asturiana y escanciando, fotografiada por Octavio Bellmunt en 1894.