De Oriente a Occidente, más de una treintena de alcaldes y representantes municipales escanciaron ayer unos culinos frente al icónico Museo de la Sidra de Asturias, en Nava, para respaldar la candidatura de la cultura sidrera regional a Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por parte de la Unesco.
A la nutrida representación municipal, como no podía ser de otro modo, se sumaron miembros de la Buena Cofradía de los Siceratores, del tejido hostelero naveto, campeones del Concurso Internacional de Escanciadores y algún que otro vecino. Y así hasta llegar a unas doscientas botellas en el aire.
«Lo de hoy demuestra que somos gente que nos unimos y que estamos satisfechos y muy orgullosos de ser asturianos», valoró el presidente de la Fundación de la Sidra y regidor naveto, Juan Cañal Canteli, satisfecho de haber logrado eludir las tormentas intermitentes del día para disfrutar ampliamente de la experiencia.
El acto -impulsado por los ayuntamientos que conforman la Mancomunidad de la Comarca de la Sidra- coincidió con la celebración del Día Internacional de la Sidra de Asturias. El escanciado popular contó también con la presencia de la directora general de Agroalimentación y Desarrollo Rural, Begoña López; y los diputados de la Junta General del Principado, Gimena Llanera y José Manuel Felgueres; el presidente de la Asociación de Hostelería y Turismo de Asturias (OTEA), José Luis Álvarez Almeida y el presidente y gerente del Consejo Regulador de la DOP Sidra Asturiana, Guillermo Guisasola y Daniel Ruiz, respectivamente. «No podíamos faltar, el arrope de todos los alcaldes que han venido era fundamental porque al final levantamos Asturias cada vez que levantamos una botella de sidra», indicó López sobre la gran acogida del evento. Y es que, «la sidra une»
No faltó el asesoramiento profesional. Curiosos y personalidades contaron en los minutos previos al escanciado con los consejos del varias veces campeón del Concurso Internacional de Escanciadores, Salvador Ondó, ya que, como bien apuntó el antropólogo Xuan de Con, esta práctica atiende a dos necesidades: «La funcional, para sacar el mejor provecho a las cualidades de la sidra y estética», todo «un arte» cuando se hace bien. Como ayer demostró Nava.